Pablo en el libro de
los efesios, principalmente, se refiere al matrimonio como el gran misterio,
haciendo referencia a la unión de Cristo con la Iglesia Efesios 5:32
Para muchos hoy en
día esta unión sigue siendo un gran misterio, pues no logran entender la
comparación que establece la escritura entre una unión divina como la del Señor
con su iglesia y la de dos pecadores en el matrimonio; sin embargo, de la buena
comprensión de esta comparación que el apóstol Pablo realiza, de esta unión
divina; dependerá en gran manera la importancia que le demos al pacto
matrimonial, y a nuestros roles y compromisos en él.
De manera que a partir de hoy dedicaremos unas cuantas entradas a explicar cual es este Gran Misterio que menciona el apóstol Pablo en cuanto a la relación que tiene el matrimonio con Cristo y su iglesia.
Este estudio tiene su base en el Libro "El Significado del Matrimonio" de Timothy Keller
Para que comencemos a
entender que es lo que significa este gran misterio, debemos recordar que la
Escritura nos presenta a Dios «estableciendo la institución del matrimonio para
bienestar y felicidad de la humanidad».
La escritura enmarca
la historia de la humanidad en dos bodas, una inicial y una grandiosa boda
final. en el principio, en el libro de
Génesis se establece una unión matrimonial entre Adán y Eva, la que finaliza
con el desposorio de Cristo con su Iglesia en el libro de Apocalipsis.
De
manera, que podemos decir contundentemente que el matrimonio es un vínculo
instituido por Dios, por tanto, lo que Dios instituye, también lo regula.
Desde luego, en estos
tiempos es difícil tener una adecuada perspectiva del matrimonio. Pues
generalmente tendemos a considerarlo desde nuestra propia experiencia, a riesgo
de distorsionarlo.
Muchos enemigos se
levantan hoy en día persiguiendo este sagrado vinculo, el feminismo, la
promiscuidad, la falta de compromiso, etc. Pero de ellos el principal enemigo
del matrimonio: es el estar centrado tan
solo en uno mismo.
Este mundo encamina
sus esfuerzos no solamente en aislarnos, sino en hacernos cada vez más
egocéntricos, desde la publicidad hasta la perversa teología de que somos
dioses en potencia, alimentan nuestros corazones de ese ego perverso que busca
amarse más a si mismo que a cualquier persona.
Nada hay tan
destructivo en un matrimonio como el estar buscando la autorrealización, pues
esta carrera egoísta da por sentado que el matrimonio y la familia son
instituciones para fomento del desarrollo personal y necesarias para hacernos
felices y personas «completas», Posición absolutamente contrastante y contraria
a la Escritural, que nos invita a morir a nosotros mismos en pos del beneficio
del otro.
Son muchas las ideas
erradas que tenemos en cuanto al matrimonio, realmente aquí una vez más
necesitamos desintoxicar nuestra mente y reaprender correctamente lo que la
Palabra de Dios nos enseña de este vínculo tan importante.
Muchas veces he
repetido que el propósito del matrimonio no es hacernos felices sino santos, y
es que en el matrimonio se experimenta la convivencia en un grado de intimidad
no alcanzable en ningún otro tipo de relación, y se dan en consecuencia unos
cambios no imaginables de forma previa, Como
lo más doloroso, y lo más extraordinario: así es como presenta la Biblia el
matrimonio.
No hay mejor
laboratorio ni mejor incubadora para crecer espiritualmente que el matrimonio,
si hay un lugar donde poner a prueba todo lo aprendido respecto a Dios y su
Palabra es el matrimonio, es el lugar donde debemos repetirnos una y mil veces
las lecciones, donde debemos orar y orar sin descansar, es el lugar donde
realmente se ve la evidencia de nuestro nuevo nacimiento y de la comprensión de
todo aquello que recibimos.
El matrimonio es un
completo desafío, porque es una institución viva, cambiante, que se enfrenta a
múltiples situaciones y múltiples tensiones, en el transcurso de los años,
tendrás que aprender a amar de nuevo a una persona que ya no es la misma con la
que te casaste, porque habrá cambiado en la medida de lo que es lógico y
natural que cambiemos los seres humanos.
Esta es una razón muy
importante para que tengamos una correcta visión respecto a lo que nos brindara
el matrimonio, considéralo como un campo de entrenamiento, no lo consideres
como un trofeo que llenara tu vida de aquello que le falta. En el matrimonio no
debemos buscar aquello que solamente podemos obtener de Dios.
Nuestra
estabilidad, plenitud, gozo y felicidad no deben depender ni de nuestro
conyugue ni de la situación por la que atraviese nuestro matrimonio, pues
nuestra fe debe estar entera y completamente depositada en Dios.
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