miércoles, 21 de septiembre de 2016

Siete consejos para que las madres ocupadas pasen tiempo en la Escritura


El fin de año se acerca y para la mayoría de madres esta es la temporada más ocupada del año pues el regreso a clases se une con la navidad y así el siguiente descanso será hasta el dos de enero. Mientras la Palabra de Dios reposa en nuestra biblioteca para llevarnos a un momento de quietud, el mundo nos lleva a mantenernos ocupadas: inscribir a los niños al futbol, clases de piano, gimnasia, baloncesto, fútbol y la lista puede seguir… tan solo lo mencionas y te enteras que las demás andan igual.
El mundo nos lleva a mantener una agenda apretada y seguir su ritmo. Si no lo sigues, quizás tus hijos puedan perder alguna oportunidad significativa, o no serán chéveres, o no aprenderán valiosas lecciones de vida, o no podrán socializar o no podrán, podrán, podrán. Tal parece que estar y mantenerse ocupado es cómo conduce aquella silenciosa mantra.
Prácticamente, lo que el mundo define como las actividades de las madres es este caótico ajetreo.
Sin embargo, la verdad es que necesitamos momentos de quietud.
 “En los momentos de quietud, Dios nos habla a través de su palabra y nosotras a Él en oración

En los momentos de quietud, Dios nos habla a través de su Palabra y nosotras a Él en oración. Es allí donde nos alejamos de nuestras ocupaciones para compartir valioso tiempo con nuestro Padre celestial. Es allí cuando vamos a su palabra con el precioso propósito de beber del buen vivir: Jesucristo.
Aquí está una simple guía para las madres ocupadas que quieren construir más de esos momentos de quietud en su día a día: momentos para detenerse y beber profundo del buen vivir:
  1.   Escoge un fragmento de la Escritura para la semana. Mis favoritos vienen de los Salmos, Proverbios, los Evangelios y las Epístolas.
  2.    Escribe el fragmento Bíblico en una tarjeta y guárdala en tu bolsillo o al lado de tu computador. Sácala periódicamente y léela varias veces. Mantenla en tu cartera a lo largo de la semana y revísala en momentos oportunos.
  3.   Lee el pasaje al iniciar la mañana. Si lo revisas apenas te levantas, será entonces lo primero en tu mente.
  4.     Abre tu Biblia a ese pasaje y ubícalo en el mesón o barra de tu cocina. A lo largo del día, cuando camines ahí, detente, lee el pasaje y luego sigue.
  5.    Lee el pasaje en voz alta. Léelo para ti misma y para tus hijos durante la comida y antes de dormirse.
  6.   Lee de nuevo el pasaje antes de que te vayas a dormir. Termina tus días con la lectura de ese pasaje. 
  7.   Escribe el pasaje al inicio de tu lista de cosas por hacer. Así, cada vez que la revises, podrás repasarlo. 


** Articulo traducido por Aranza Erazo