jueves, 20 de octubre de 2016

Limpieza diaria para el Corazon


"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" Romanos 12:2

Las mujeres nos caracterizamos por tener rutinas claras, por ser disciplinadas y por mantener e incluso enseñar diversos hábitos y rutinas, por ejemplo todas sabemos que no debemos dormir con el rostro maquillado, por tanto lavar nuestro rostro antes de ir a la cama se hace una rutina que llega a convertirse en un hábito; esto lo hacemos estemos donde estemos y como estemos, aun llegando muy tarde en la noche después de una cena, lavamos nuestra cara, en vacaciones no lo olvidamos, así estemos cansadas y rendidas lo hacemos.

Esto me pone a pensar que muchas veces somos tan minuciosas, preocupadas y disciplinadas con cosas tan banales como limpiar nuestro rostro, pero somos tan descuidadas con lo realmente importante que es limpiar nuestro corazón.

Todas conocemos muy bien versículos como Romanos 12:1-2; proverbios 4:23; Jeremías 17:9 y muchos otros versículos más que probablemente hemos resaltado, señalado, pero que pareciera que en nuestro día a día olvidamos. Todos estos versículos nos indican lo importante que es mantener un corazón desintoxicado por decirlo de alguna manera, seguramente te estarás preguntando en este momento, ¿de qué cosas debo limpiar mi corazón?

Pues déjame decirte que así como nuestro rostro se llena de impurezas y partículas contaminantes en el transcurso del día, sin que siquiera lo percibamos, nuestro corazón sufre una contaminación similar, pero mucho más importante.

A diario convivimos con imágenes, música, programas radiales, televisivos, redes sociales, conversaciones y mil cosas más de nuestro día a día que van dejando residuos en nuestro corazón, y qué hacemos con ellos, muchas veces los dejamos ahí, los acunamos, los consentimos, los conservamos.

Pero la palabra nos insta a algo diferente, Nueva traducción viviente lo dice de esta manera: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta” Romanos 12:2

A este versículo siempre lo he llamado el DETOX, es decir la fórmula para desintoxicar nuestra mente y nuestro corazón.
De manera que así como lavamos nuestro rostro todas las noches, también debemos someter nuestro corazón y nuestra mente a un proceso de limpieza y ¿cómo lo hacemos? Pues a través de la Palabra de Dios.

Solamente a través de la Palabra del Señor podremos ser confrontadas, y enseñadas, ella debe ser nuestro espejo, en ella debemos ver el tipo de mujeres que el Señor nos manda a ser, a través de ella podemos aprender y podemos comenzar a vivir la vida santa a la que somos llamadas.

Nuestra mente debe ser vaciada de todo aquello que recibió en el día, para ser llena de la Palabra de Dios, para que podamos desechar todo aquello que nos contamina y para que podamos recibir el alimento fresco y el agua de vida que el Señor quiere darnos, si no pasamos tiempo a diario en la Palabra del Señor, toda aquella contaminación que recibimos del mundo, muchas veces sin darnos cuenta, irá socavando nuestro corazón y nuestra mente, comenzará a crecer como la maleza hasta llegar a convertirse en una idea, una opinión, un pensamiento, una cosmovisión.

Por eso es tan importante acercarnos con humildad a la Escritura y permitirle que nos confronte, que nos redarguya, que nos instruya y nos alimente.

Porque solamente a través de esa renovación total de nuestra mente que debemos llevar a cabo día a día, podemos comprender que la voluntad de Dios es agradable y perfecta, ¿cómo entenderemos esto? Porque comenzaremos a pensar, a decidir y a vivir conforme a su Palabra, y el resultado de esto será recibir las bendiciones de Dios para aquellos que caminamos con él de manera obediente.

Así que no vayas una vez más a la cama sin preguntarte, ¿he limpiado hoy mi corazón?