Hoy leía una publicación de una
mamita que como todas, nos preguntamos cuánto durará y qué tan terrible será la
crisis de los 2, 3, 5 o 7 años.
Recuerdo escuchar a mi mama, a
forma de consuelo diciéndome que cada tanto (tal vez cada dos años) venia una
edad difícil, que estaría acompañada si bien por grandes cambios en las
habilidades de nuestros pequeños, también por diversos berrinches, pataletas,
etapas de desobediencia, llantos incomprensibles, en fin.
Y estas pequeñas crisis por
llamarlas de alguna manera, no se comparan al temor que todos los padres
sentimos de la esperada adolescencia.
Pensando entonces que responder a
este comentario de los terribles dos, y recordando las diversas etapas que he
vivido con mi hijo, quise escribir este post, pues realmente no es que debamos
prepararnos para determinados cambios en las edades de nuestros hijos, lo que
necesitamos es ir haciendo conciencia como padres, de que esos pequeños,
hermosos e inocentes chiquitines son seres humanos y que como tal tienen una
simiente de pecado.
Y puedo ver en este momento tú
cara de asombro pensando que tal vez exagero, pues un pequeño de 2 o 5 años no
puede tener pecado, si aún son tan dulces e inocentes… pero la palabra de Dios
nos dice otra cosa: “He aquí, en maldad
he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” Salmo 51:5 Es importante que tengamos en cuenta que David no se
refiere aquí a ningún pecado que haya cometido su madre, el habla de que conoce
su condición de pecado, pecado, que heredamos de nuestros primeros padres, Adán
y Eva, pecado que nos hace estar lejos de Dios.
Teniendo esto claro, podemos ver
que todas las manifestaciones de rebeldía, egoísmo, egocentrismo, que vemos en
nuestros pequeños no son más que el obrar de nuestra naturaleza pecaminosa.
Así que lo que debemos hacer como
padres es no desperdiciar ninguna etapa, ningún momento, para instruir a
nuestros hijos en el evangelio, a veces creemos que ellos son muy pequeños y
tontamente decidimos esperar un año más, unos meses más, etc. para comenzar a
enseñarles e incluso para comenzar a disciplinarlos, pero allí es donde debemos
dejar de lado la psicología de este mundo y obedecer a la sabiduría de la
Palabra de Dios. “La vara y la corrección
dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre” Proverbios
29:15
Así que quiero compartirte estos
5 principios bíblicos para la crianza de nuestros hijos:
1. LOS LÍMITES SON NECESARIOS:
La escritura hace énfasis en la
disciplina, nos muestra que es la forma en la que nos corrige el Señor, nos
muestra también que debemos vivir dentro de unos límites, que no son más que la
muestra de su protección y su amor, esos mismos limites se convierten en un
espejo que nos deja ver la magnitud de nuestro pecado (Romanos 7:7-9) nuestro
error y que nos conducen de regreso a Él por el camino del arrepentimiento.
Por tanto, debemos comprender que
aunque sean pequeños nuestros hijos debemos tener límites claros para ellos, y
cuando ellos intenten sobrepasarlos deben saber también que tendrán que asumir
la corrección que les hará entender que están tomando el camino incorrecto.
Los límites no coartan a nuestros
hijos, los límites les permiten ver el camino a seguir.
2. LA DISCIPLINA HABLA DE TU
AMOR:
“Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe
por hijo” Hebreos 12:6 si la palabra disciplina nos parece aterradora, la
palabra castigo lo es mucho más, pero la escritura nos muestra que la
disciplina es necesaria, así como la reprensión y el castigo para nuestros
hijos, “Quien no usa la vara no quiere a
su hijo; quien lo ama, lo corrige a tiempo” Proverbios 13:24
La sabiduría de este mundo nos
dice que la corrección física a nuestros hijos (entendiéndose en los límites
del amor sano, como una reprensión y no como un acto de desahogo de ira) no les
hace bien, pero una vez más insisto en que la “sabiduría” de este mundo no lo
ha llevado más que a la ruina.
Cuando ejercemos la disciplina
con la vara, en el momento justo, y en la medida justa, por ejemplo cuando hay
una terrible pataleta, surtirá el efecto que la palabra nos sugiere, será una corrección
a tiempo que en vez de hacerse regular, se hará cada vez más esporádica.
Basta con encender la televisión y
ver algún noticiero para que veamos los casos terribles de jóvenes que nunca
tuvieron la represión de sus padres y que se ven involucrados en actos
terribles que ya no les costaran un azote de varita, sino que les costaran años
tras una prisión o en peores casos la muerte. “No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no
morirá. Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol” Proverbios
23:13-14
3. TU EJEMPLO ES FUNDAMENTAL PARA
FORJAR EL CARÁCTER DE TU HIJO
Muchas veces nos preguntamos el porqué
de ciertos comportamientos groseros o desafiantes de nuestros hijos, pero allí te
pregunto: ¿Mujer, te sometes a tu esposo en amor, y les enseñas a tus hijos a través
de ese sometimiento cual debe ser su actuar ante las autoridades y aun, como
deben someterse a la Palabra de Dios? O sencillamente, ¿tu casa parece más un
campo de batalla, donde tú te rebelas a tu marido y generas oposición a su
forma de instruir y corregir a tus hijos? ¿Para tus hijos es claro quién es la
autoridad y cabeza del hogar? ¿O viven bajo la disciplina de un monstruo de dos
cabezas?
Varón: ¿Tratas y respetas a tu
esposa con el amor que te demanda la Escritura? ¿O te burlas y la dejas por
menos delante de tus hijos, haciendo que la menosprecien y le pierdan el
respeto?, ¿tu actitud pasiva deja el terreno libre para que ellos desconozcan
quien es la cabeza del hogar y la autoridad? ¿Te sometes a Cristo para ejercer
un liderazgo amoroso a tu esposa?
Estas preguntas deben hacernos reflexionar,
porque muchas veces la rebeldía de nuestros hijos no es más que el ejemplo que
nosotros mismos les estamos dando, recordemos que la Palabra de Dios debe
ponerse en práctica y debe ser nuestra norma de vida.
4. TUS HIJOS SIN IMPORTAR SU EDAD
TIENEN LA CAPACIDAD DADA POR DIOS DE CONOCER SU PALABRA
No esperes a que tus hijos estén en
edad escolar, a que caminen, a que hablen, etc. Para comenzar a instruirlos en
la palabra de Dios, si bien es cierto que cada edad tiene un desafío distinto y
unas herramientas distintas para enseñarles, eso no quiere decir que ellos por
el obrar del Santo Espíritu de Dios no puedan ir comprendiendo la verdad del
evangelio.
La Escritura debe ser presentada
a ellos como lo que es, La Bendita Palabra de Dios, y no como una serie de
historias mágicas y asombrosas; ellos desde pequeños deben reconocer que luchan
con su pecado, deben saber que el propósito de la vida no es la satisfacción de
ellos mismos, sino la Gloria de Dios, deben conocer al Dios Santo, Santo, Santo
al que adoramos y este conocimiento les debe permitir entender la gravedad del
pecado. Recuerda que el principio de la sabiduría es el temor de Dios (Salmos
111:10, Proverbios 1:7, Proverbios 9:10) y nuestro reto no es tener hijos
excelentes en deportes, artes, idiomas, matemáticas, si no que nuestro reto es
tener hijos sabios temerosos del Señor.
5. SUMÉRGETE EN LA ESCRITURA Y
ORA CON DEVOCIÓN
Recuerda que en esta tarea que a
veces pareciera agobiarnos no estamos solos, el Señor nos ira guiando, por eso
debemos ser dóciles a la Palabra de Dios, a su instrucción, debemos llenar
nuestra vida con la Palabra misma, refugiarnos en ella, pues si en algún momento
te preguntaste si los hijos venían con un manual de crianza, la respuesta es Sí,
la escritura es el manual que necesitamos para amarlos, exhortarlos,
corregirlos e instruirlos “Toda la
Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia” 2 Timoteo 3:16 Pero recuerda que no podrás dar
de aquello de lo que tu careces así que nuestra labor como padres nos exige un
mayor compromiso con el estudio de la Palabra de Dios, así como con una vida de
oración en la cual podamos clamar por nuestros hijos, y pedirle al Señor la sabiduría
necesaria para levantarlos como hombres y mujeres de Dios.
“Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará
de él” Proverbios 22:6