¡Dios es mi *salvación!
Confiaré en él y no temeré.
El Señor es mi fuerza,
el Señor es mi canción;
¡él es mi salvación!»
Confiaré en él y no temeré.
El Señor es mi fuerza,
el Señor es mi canción;
¡él es mi salvación!»
Isaias 12:2 NVI
Creo que no hay nada más complejo que no tener el control sobre
alguna situación, y en esto sí que somos débiles los seres
humanos, pues generalmente nos gusta tener el control de todo, incluso más allá de
lo que nos corresponde.
Adán y Eva fueron encargados
como mayordomos
del edén, podían literalmente sojuzgar la tierra,
inclusive a Adán le fue dado el honor de nombrar a todas las
criaturas que el Señor creo, pero eso no fue suficiente, ellos querían mas,
Eva quiso inclusive tener el control del conocimiento del bien y del
mal... ser como Dios, y por eso comió del fruto y peco.
De manera que así como entro el pecado
al mundo, este vino acompañado de muerte, sufrimiento, dolor y TEMOR.
Y nuestro buen Dios que nos conoce a plenitud, sabe que constantemente
padecemos de este sentimiento y que muchas veces desmayamos o llegamos a
paralizarnos cuando nos invade.
Teniendo esto en cuenta, es maravilloso saber que Dios hace referencia a
no temer, unas 366 veces en la escritura, y esto es importante, porque Dios
sabe que tenemos necesidad de escuchar esto una y otra vez, necesitamos
entender que es El, quien tiene el control.
Por eso, cuando Dios hace mención a que no debemos tener temor,
generalmente lo hace acompañado de un recordatorio de que Él es Dios, de las
cosas que ha hecho y de las que hará.
Esto nos recuerda que el control de nuestra vida lo tiene Dios, que es
El quien pelea nuestras batallas y que es El quien va delante de nosotros.
El temor también muestra que en
el fondo de nuestro ser reconocemos nuestra incapacidad, aunque pretendamos tener
el control y ser superiores a Dios en muchos casos, en el fondo sabemos que
somos similares a un niño, que colocándose una capa cree poder volar.
Si bien, somos responsables de nuestras acciones, y sabemos que nuestras decisiones determinan nuestro futuro,
una vez el Espíritu santo obra en nosotros,
somos conscientes que todo cuanto ocurre en nuestra vida está bajo la soberanía
de Dios.
Por eso es vital e imperativo conocer realmente al Dios que adoramos,
conocerlo tal cual El decidió revelarse a nosotros, lo cual hace a través de la
escritura, y no conocerlo a medias irresponsablemente, delegando a otros la tarea
de estudiar la Palabra, o haciéndonos una imagen a nuestra semejanza de quien
es Dios.
En la escritura encontramos nuestro soporte y sostén, para afirmarnos
ante una situación difícil y no temer, de Génesis a Apocalipsis vemos el
desarrollo del plan de Dios para la humanidad, en el antiguo testamento vemos
como Cristo aparece como un brillo o destello en medio de esta revelación, y en
el nuevo testamento vemos como lo que antes estaba velado ahora se descubre y
brilla con luz propia.
De manera que la forma en la que podemos conocer a Dios, ver lo que ha
hecho y saber lo que hará, es escudriñando la Palabra.
Josué 1:9 nos dice: Ya te lo he
ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el
Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.
Que hermosa palabra es esta que le da el Señor a Josué, palabras de ánimo
a un general valiente que debía partir a conquistar la tierra prometida, de la misma
forma que nos acompañaran estas palabras en este peregrinar por esta tierra.
En sus innumerables encuentros con Moisés el Señor también le da estas
palabras de ánimo, instándole a no temer, inclusive le da una respuesta poco
usual, al interrogante de Moisés de cómo saber que Dios mismo era quien le acompañaría
a la difícil tarea de enfrentar al faraón y pedir la libertad de su pueblo, Dios
le dice a Moisés: Yo estaré contigo —le respondió Dios—. Y te voy a dar una señal de que
soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes
me rendirán culto[a] en esta montaña. (Éxodo 3:12)
Moisés comprobaría la voluntad de Dios y su promesa, únicamente a través
de la obediencia, puedo leer este versículo muchas veces y no dejo de
sorprenderme, es tan contrario a lo que nosotros esperaríamos como respuesta, porque
nosotros queremos verlo todo, conocerlo todo tenerlo todo planeado, pero los
planes de Dios son más grandes que los nuestros, además son perfectos (Isaías
55:8-10; Jeremías 29:11).
Lo que nos enseña este versículo es que para comprobar la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2) debemos obedecer, debemos dar ese
paso de fe y confianza en creer lo que el Señor nos ha dicho.
Y por qué debemos creer? Porque él es Dios, es nuestro rey soberano y
omnipotente, porque él fue quien nos llamó, quien nos compró a precio de sangre
y porque es el quien ha comenzado una maravillosa obra en nosotros y con gran
gozo habrá de terminarla, para alabanza y gloria de su nombre.
Entonces cual debe ser nuestro sostén en medio de este mundo difícil, en
el cual nos enfrentamos a las adversidades, al dolor, a la injusticia, al
peligro?
Nuestro sostén y fortaleza, es el conocimiento correcto de Dios, de
quien es el, de sus atributos y su naturaleza, ese conocimiento, que es la
verdadera sabiduría, es lo que nos permite enfrentarnos a las situaciones difíciles
de la vida con otra óptica, porque lo hacemos con la certeza de quien es El y
sabiendo que El SI tiene el control de todo cuanto ocurra, por eso sin importar
que nos enfrentemos a terribles desastres, por ejemplo, tendremos la certeza de
que nada se ha escapado de su plan y su control (salmo 46:2).
Así que esfuérzate en conocer a Dios, lee y estudia su palabra, medita
en ella de día y de noche, memorízala, recítala, hazla parte de tu vida, para
que de esta manera aprendas a conocer al Todo Poderoso, y de esta manera puedas
comprender porque no debemos Temer.
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