martes, 8 de abril de 2014

Hipoclorito para el Corazon


 Sobre todas las cosas cuida tu corazón,    porque éste determina el rumbo de tu vida 
Proverbios 4:23 (NTV)

Las mujeres somos conocidas como seres muy emocionales, sensitivos, y por eso, cargadas de múltiples emociones que en ciertos momentos parecieran salirse de control, hoy quiero que veamos como el Señor nos pide que guardemos un corazón santo y limpio, ya que nuestro papel es muy importante, no solo en nuestra familia, sino en la sociedad misma.

Jesús al responder a algunos fariseos y maestros de la ley que le cuestionaban sobre la antigua ceremonia de lavar las manos antes de comer (ceremonia que no estaban  practicando sus discípulos) les enseña una verdad a sus discípulos que es de suma importancia para nosotros y para nuestro corazón:

Mateo 15:18-20 Pero las palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina. 19 Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia. 20 Esas cosas son las que los contaminan.

Cuantas de nosotras no hacemos una limpieza meticulosa y en casos extrema, con tal de ver nuestra casa limpia y sin riesgo de bacterias o algún tipo de suciedad que pueda afectar a algunos de nuestros seres más queridos y a nosotras mismas?

¿Pero qué pasa con la limpieza de nuestro corazón?
Lo dejamos como un bote de basura susceptible a albergar odios, rencores, chismes, enojos, envidias,… la lista podría ser interminable.

¿Qué hacemos con todas aquellas sensaciones y sentimientos que a veces se alojan allí y parecen estar dispuestos a arraigarse cada vez más?

La palabra de Dios nos dice que todo aquello que sale de nuestra boca refleja lo que hay en nuestro corazón, de la misma forma en la que nuestras acciones serán el reflejo de lo que conservamos allí adentro.

De nada nos sirve tener una casa reluciente, unos hijos limpios y bien peinados, un esposo prolijamente vestido, si de nuestra boca solo salen gritos, palabras hirientes, chismes, comentarios negativos, quejas y cualquier cosa que no honre el nombre del Señor.

En esta época en la que el papel de la mujer se ha desvirtuado tanto y en la que parece, que nuestros roles principales tienden cada vez más a desaparecer, debemos recordar el papel tan importante que jugamos en la vida de nuestra familia.

Es la mujer quien construye y edifica su casa, (proverbios 14:1) quien educa y levanta a sus hijos en la palabra de Dios, y quien con su ejemplo da testimonio a su esposo de la verdad de Cristo (1 de Corintios 7:16). Entonces el papel que desempeñamos como mujeres, marcara la vida de nuestros hijos y a su vez la de muchas más personas a nuestro derredor.

Por esta razón, debemos ser constantes en nuestra oración, recuerda que no oramos para pedir cosas, o para que Dios se entere de otras, oramos porque necesitamos comunión con el Padre y porque es necesario vaciar diaria y constantemente nuestro corazón ante Él.

Esa es la limpieza continua que necesita nuestro corazón, llevando al padre nuestras cargas, nuestros anhelos, nuestras preocupaciones.
1 de Pedro 5:7 (TLA) Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.

Cuando ponemos en manos de Dios cualquier asunto que nos inquiete, nos lastime, nos angustie o nos duela; encontramos verdadera paz y libramos a nuestro corazón de procesar sentimientos errados para estas situaciones.

Dios tiene cuidado de nosotras, no estamos solas, Él está en control, no necesitamos ser mujeres independientes y autosuficientes en Cristo, lo que debemos ser es cada día más dependientes de Él, debemos abandonarnos en El, no hay nada que podamos hacer nosotras que sea mayor que su gracia y su misericordia en nuestras vidas.

Por eso diariamente, en cualquier momento y en cualquier lugar, derrama una oración desde tu corazón al único que puede tomar control de cada situación y hacer de ella una victoria.

No te afanes, no te cargues, no albergues sentimientos de ira o dolor en tu corazón, hacerlo sería como dejar un trozo de carne en un armario cerrado, creyendo que va a conservarse como en un refrigerador; al cabo de un tiempo la carne estará descompuesta, su olor llenara toda la habitación, contaminando todo lo que esté cercano a ella.


Cada vez que vayas  en oración delante del Señor, recuerda que tu corazón estará siendo vaciado, limpiado y a su vez consolado y sanado. Renovaras tus fuerzas, el Señor te dará la sabiduría que necesitas para continuar, la paz y el gozo que permitirán que tus hijos, tu esposo y tu entorno sean impactados por una mujer de limpio corazón.

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