Y vio Dios que era bueno…. Esta palabra
se repite una y otra vez en todo el relato de la creación, dejándonos muy en
claro cuál era el estado de lo creado por Dios antes de la caída, y no solo de
la creación como contexto para el hombre y la mujer, sino de ellos mismos.
Dios nos creó buenos y agradables a sus
ojos, pero el pecado entro al jardín del edén y desde ese momento
ya nada fue igual.
El pecado es como una mancha de
petróleo en el mar, que se extiende cubriendo todo de oscuridad, impidiendo que
entre la luz y por lo tanto llenando de muerte todo lo que toca. Esta es
una mancha muy difícil de quitar y sus consecuencias perduran largamente…
Una vez que Eva peco, desobedeciendo a
Dios y comiendo del fruto del árbol que el Señor había prohibido, el pecado no
quedo allí, pues también alcanzo a su marido.
En esa porción de la escritura podemos
ver, como el pecado no es algo que afecte de manera individual al ser humano,
sino que afecta todo cuanto hay en nuestro alrededor.
Ese primer pecado tuvo nefastas
consecuencias, que nos afectan hasta el día de hoy, las relaciones
tuvieron un cambio dramático, no solo se afectó la relación con
la creación, pues en la maldición que Dios le da
a Adán vemos como ahora, la tierra seria contraria para la humanidad,
el trabajo sería difícil, así como conseguir el sustento y el
alimento, pues la tierra había caído bajo maldición produciendo
ahora cardos y espinos. Génesis 3:17-19
En Génesis 3:16 vemos como la
consecuencia del pecado, transformo el hermoso momento de un parto en un
momento difícil y doloroso (pero aun así, por la
misericordia de Dios lleno de esperanza), las relaciones entre hombre y
mujer también se verían seriamente fracturadas, desde aquel
momento comenzaría una lucha de poder, dominio y control de uno sobre
el otro.
Toda relación fue
quebrantada, el espíritu del hombre había muerto, a partir
de ese momento la humanidad había quedado destituida de la gloria de
Dios.
Pero en medio de
ese trágico y terrible momento, en el cual el Señor
se pronuncia a la humanidad, representada en Adán y
Eva, vemos también cuán grande es su misericordia cuando hace la más
hermosa promesa que ha permitido que su pueblo elegido camine en fe
a través de toda la historia:
Génesis 3:15 Pondré enemistad
entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella;
su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le
morderás el talón.
Esta porción de la escritura
es conocida como el Protoevangelio. Allí mismo en el momento de
la caída, Dios abre una luz de esperanza, anunciando que
a través de la mujer nacería un hombre
que traería salvación a la humanidad.
Cristo seria nuestro salvador y
redentor, aquel que nos llamaría de muerte a vida
y haría todas las cosas nuevas.
Y precisamente, porque ahora hacemos
parte del pueblo de Dios y gracias al sacrificio expiatorio de Cristo podemos
llamarnos sus hijos, es que debemos vivir haciendo lo que nos corresponde,
dando gloria a Dios con cada cosa que hagamos, cada papel que desempeñemos.
Esto significa que todo el que
pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha
pasado, ¡una nueva vida ha comenzado! 2 de Corintios 5:17(NTV) Por eso coherentes a ese regalo precioso de nueva
vida que se nos ha dado, debemos trabajar día a día por buscar
esa santidad que anhela Dios en nosotros.
Romanos 12:1-2 (NVI) Por lo tanto,
hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de
ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo
y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean
transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es
la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Hoy tenemos la oportunidad de restaurar muchas de esas relaciones que se fracturaron en la caída del hombre, por eso nuestra mente debe ser vaciada por
completo, para poder aprender nuevamente el significado de ser mujeres, madres,
esposas, hermanas, hijas, amigas y siervas.
Dios ha sido bueno al dejar un registro
en su palabra, de la vida de hombres y mujeres tan de carne y hueso como
nosotros, que lloraron, rieron, se equivocaron, aprendieron y que pudieron
conocer la buena voluntad de Dios.
A partir de hoy, quiero que juntas
comencemos a hacer un recorrido por cada uno de esos papeles que tenemos como mujeres,
para que de la mano de la Palabra de Dios, redescubramos cual es la voluntad de
Dios para cada uno de ellos.
Le pido al Señor, que nos permita
vaciar completamente nuestra mente, de todas aquellas cosas que aprendimos en
el pasado, y aun en nuestra nueva vida en cristo, que no son conformes a su
voluntad. Que sea su Espíritu Santo exhortándonos
y enseñándonos, a través de la escritura, cual es
el papel que como mujeres estamos llamadas a ejercer en esta sociedad que
cada día se aleja más de Dios.
Seamos esas lámparas ardientes, que
reflejen la gloria de Cristo e impactemos nuestras familias, nuestras iglesias
y nuestro entorno, mostrándole al mundo, que viviendo en obediencia a Cristo se
puede gozar y disfrutar de su voluntad buena, agradable y perfecta.
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