¿Dónde está Dios cuando el mundo
colapsa?
Esta semana dos noticias terribles han
estremecido mi corazón, en mi país, en la ciudad de Mocoa una avalancha
provocada por la creciente de 3 ríos sorprendió a sus habitantes en la noche
del viernes 31 de marzo y arraso con más de 3 barrios (colonias) llevándose todo
a su paso. Hasta el día de hoy el saldo de víctimas asciende a unas 274 personas
fallecidas y más de 400 personas desaparecidas. El panorama es desolador en la
zona, solo se pueden ver piedras, palos y un lodazal que lo cubre todo; en los
rostros de la gente se ve la preocupación, la tristeza la soledad y el dolor.
Hoy
04 de abril apenas 4 días después de este terrible desastre natural, la maldad
humana vuelve a estremecer mi corazón con la noticia del ataque químico a Siria
en la ciudad de Jan Shiejun donde hasta ahora se reportan 58 muertes y más de
170 personas heridas, las imágenes son escalofriantes.
¿Acaso el mundo
ya no ofrece un lugar tranquilo para sus habitantes?
Países
como Francia, Inglaterra y Rusia viven ahora el miedo y la amenaza que produce
la incertidumbre de no saber dónde Isis perpetrara su próximo ataque, si bien
nosotros como colombianos nos “acostumbramos” a vivir en medio de las bombas
producto del narcotráfico, las incursiones guerrilleras y el sonar de las balas
que produce la delincuencia común en nuestras ciudades, tal vez en nuestra
mente se alzaba la bandera de un lugar mejor al que en algún momento podríamos acudir,
en el que dejáramos de vivir con esa constante zozobra.
Tristemente
al mirar el mundo el día de hoy puedo entender que no existe tal lugar,
entonces podríamos preguntarnos, donde esta Dios mientras la naturaleza colérica
muestra su furia, donde esta Dios cuando la maldad parece tomar el control de
nuestra historia? ¿Se ha ido, se ha alejado?
La
respuesta a esta pregunta puede no ser muy fácil de comprender, pero es una
respuesta contundente: ¡Dios está en control!
Pero
entonces una vez más las noticias y las imágenes de los periódicos confunden
nuestra mente, pues nuestros ojos solo pueden ver destrucción, entonces es allí
donde nuestro corazón debe aferrarse a la certeza que nos da su Palabra y donde
debemos recordar las palabras del Señor Jesús: En el mundo tendréis aflicción,
pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33
Desastres
como estos hacen que nosotros como creyentes recordemos que nuestro anhelo no
debe ser el de migrar a un país más tranquilo o con más oportunidades, porque
mientras estemos de paso por este mundo sufriremos la aflicción que conlleva
vivir en él. Nuestro anhelo debe ser el regreso de nuestro Señor por su
Iglesia, y allí es cuando surge otro interrogante, ¿realmente anhelas el
regreso del Señor o estas demasiado acomodado en este mundo?
No
podemos olvidar que vivimos en un mundo caído, un mundo cuyos hilos invisibles
son movidos por el pecado, el hombre destruye la naturaleza sin piedad,
buscando su propio beneficio, buscando riquezas que no serán suficientes para
detener una avalancha. El hombre en su incesable búsqueda de poder arrasa con
todo a su paso, sin importar la vida de sus semejantes.
¿Hay
algo bueno entonces en un hombre sin Dios? No, no lo hay. Por nosotros mismos
nada bueno podemos hacer, la Palabra del Señor es clara en decirnos una y otra
vez que estamos muertos en nuestros delitos y pecados (Romanos 3:23; Efesios
2:1; Colosenses 2:13) entonces cual es la solución a la crisis en la que está
el mundo actual? ¿Mejores gobernantes, leyes más estrictas sobre el
calentamiento global, un tratado de paz?
Ninguna de esas
opciones es una solución que pueda cambiar el mundo.
¿Entonces
qué debemos hacer nosotros como cristianos ante estas tragedias y ante la
incertidumbre que produce el vivir en este mundo?
Nosotros
no debemos escatimar esfuerzos en cumplir nuestra gran comisión: “Por tanto,
id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo” Mateo 18:19-20
Debemos
llevar el mensaje de salvación al mundo, debemos recordarles que todo hombre
sin Dios se encuentra en una condición deplorable.
Debemos
recordar nosotros mismos, que nuestra verdadera ciudadanía es celestial y que
Dios está en control de todo aquello que ocurre en el mundo, debemos recordar
que Dios no es autor del mal, pero que por el contrario el corazón del hombre
solo maquina maldad.
Debemos
anhelar que nuestro Señor regrese, y que cuando vuelva nos encuentre haciendo
aquello para lo que nos salvó, Vivir para ser sus testigos y vivir para su
Gloria.
He aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo
Confiad, Yo he
vencido al mundo